7.2.08

La ausencia de una proteína puede ser una de las causas del autismo

Li-Huei Tsai, profesora de neurociencias en el Picower, ha descubierto una enzima clave para la actividad de la CASK.

Tsai estudia una quinasa llamada Cdk5. Las quinasas son enzimas que cambian a las proteínas. La función mejor conocida de la Cdk5 es ayudar en la formación de nuevas neuronas y en el viaje de éstas a las posiciones correctas durante el desarrollo del cerebro. Pero ahora, las nuevas evidencias apuntan a que además la Cdk5 es de gran importancia para las sinapsis.

Para obtener un mejor conocimiento de cómo la Cdk5 promueve la formación de sinapsis, el laboratorio de Tsai estudió cómo la Cdk5 interactúa con proteínas inductoras de sinapsis como es el caso de la CASK. Siendo una proteína estructural fundamental, la CASK es una de las primeras proteínas que aparecen en escena durante la formación de sinapsis.

Las proteínas estructurales, tales como la CASK, son como capataces, promoviendo las interacciones entre las proteínas para garantizar que la arquitectura resultante sea de gran calidad. Mutaciones en genes responsables de Cdk5 y de CASK se han encontrado en pacientes con enfermedades mentales.

La Cdk5 es crítica para el reclutamiento de la CASK a fin de que desempeñe sus funciones en el desarrollo de sinapsis. Sin la Cdk5, la CASK no estaría en el lugar correcto en el momento preciso, y erraría en su deber de interactuar con los componentes presinápticos esenciales. Cuando esto sucede, la consecuencia es que surgen problemas con la entrada de calcio a la estructura. El flujo de entrada y salida de calcio a las neuronas afecta a procesos cruciales para el desarrollo y la plasticidad del sistema nervioso, deteriorando su capacidad de cambiar en respuesta a la experiencia.

Acelerador de partículas podría revelar forma de dimensiones alternativas

Nuevas partículas exóticas pueden ofrecer un destello de la existencia y formas de dimensiones extra. Cuando el mayor acelerador de partículas del mundo comience a funcionar a finales de este año, nuevas partículas exóticas pueden ofrecer un destello de la existencia y formas de dimensiones extra.

Investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison y la Universidad de California-Berkeley dicen que las reveladoras firmas de dejadas por una nueva clase de partículas podrían distinguir entre posibles formas de dimensiones espaciales extra, predichas por la Teoría de Cuerdas.

La Teoría de Cuerdas, que describe las partículas fundamentales del universo como diminutas cuerdas vibrantes de energía, sugiere la existencia de seis o siete dimensiones espaciales invisibles además del tiempo y las tres dimensiones espaciales que vemos habitualmente.

De la misma forma que un instrumento musical determina su sonido, la forma de estas dimensiones determina las propiedades y comportamiento de nuestro universo de cuatro dimensiones, dice Gary Shiu, autor principal de un artículo que apareció en el ejemplar del 25 de enero de la revista Physical Review Letters.

“La forma de las dimensiones es crucial debido a que, en la Teoría de Cuerdas, la forma en que la cuerda vibra determina el patrón de las masas de la partículas y las fuerzas que sentimos”, dice el profesor de física de la UW-Madison.

Calibrar tal forma debería avanzar nuestro conocimiento y predicciones del mundo de cuatro dimensiones, dice Shiu. “Hay una miríada de posibilidades de formas para las dimensiones extra. Sería útil conocer una forma de distinguir unas de otras y tal vez usar los datos experimentales para restringir el conjunto de posibilidades”.

Tal evidencia experimental podría aparecer en los datos de un nuevo acelerador de partículas, el Gran Colisionador de Hadrones, preparado para que empiece su funcionamiento a finales de este año en Ginebra, Suiza.

En un acelerador, el impacto frontal de núcleos atómicos a casi la velocidad de la luz puede crear brevemente partículas de alta energía muy inestables, las cuales decaen rápidamente en una lluvia de otras de menor energía que son detectables. Los patrones característicos de decaimiento sirven como huellas de las efímeras partículas exóticas y, posiblemente, la forma de las dimensiones invisibles.

Junto a sus colegas Bret Underwood y Kathryn Zurek de la UW-Madison y Devin Walker de la UC-Berkeley, Shiu demuestra en el nuevo estudio que los patrones de firma de partículas conocidas como gravitones Kaluza-Klein (KK) pueden distinguir entre geometrías extra-dimensionales propuestas.

¿Cómo? Shiu compara el efecto a una sala oscura en la que los patrones de sonido que resuenan en los muros pueden revelar la forma de la sala. De forma similar los gravitones KK son sensibles a las formas de las dimensiones extra y, a través de su decaimiento, pueden revelar pistas sobre tal forma.

El actual estudio muestra que, en simulaciones, incluso las pequeñas variaciones geométricas llevan a diferencias visibles en las firmas de los gravitones KK, dice Underwood.

Basándose en esos resultados, dice Shiu, “Al menos en principio, se pueden usar los datos experimentales para comprobar y restringir la geometría de nuestro universo”.

El año pasado, Shiu y Underwood informaron de que las pistas para geometrías dimensionales podrían ser visibles en los patrones de la radiación cósmica dejada por el Big Bang. El nuevo trabajo complementa la aproximación anterior, dicen. “Cuantas mayores pistas tengamos, mejor idea tendremos sobre la física subyacente”, dice Shiu.

Underwood añade, “Si los datos de la cosmología y la física de partículas concuerdan, es una indicación de que estamos en el camino correcto”.

El trabajo fue patrocinado por la Fundación Nacional de Ciencia, el Departamente de Energía de los Estados Unidos, la Research Corp. Y la Comunidad Presidencial de la Universidad de California.

La comida de los dinosaurios era muy nutritiva


Un grupo de paleontólogos alemanes emuló los intestinos de los dinosaurios más grandes, y se dieron cuenta que una dieta de árboles hoja perene y helechos era mucho más nutritiva de lo que se había pensado.

Este nuevo descubrimiento ayuda a resolver el misterio de cómo hacían los dinosaurios saurópodos más grandes, para alcanzar semejantes tamaños con alimentos que parecían pobres.

Los saurópodos, que incluye al masivo Apatosaurus (Brontosaurio), habrían superado los 40 metros de largo y las cien toneladas de peso.

Según las evidencias paleoecológicas, durante la edad de los dinosaurios sólo había para comer helechos, ginkgos, coníferas y plantas similares, las flores todavía no se habían extendido por el globo.

Hoy en día todas esas plantas son vistas como poco nutricionales, ya que son muy pocos los animales que las comen.

Así que por eso, para poder averiguar cómo era que los dinosaurios se las arreglaban con estas plantas, los paleontólogos diseñaron unos intestinos de dinosaurio artificiales que consistía en jeringas herméticas de vidrio con microbios normalmente encontrados en las tripas de las ovejas. Se juntaron ejemplos vivos de lo que solían comer los dinosaurios, y se ubicó dentro de las jeringas. Estos restos de plantas luego fermentaron con las bacterias.

Los investigadores descubrieron, sorpresivamente, que los ginkgos, algunos helechos y coníferas aportaban razonables cantidades de energía, casi tanto como pastos comunes. Esta es, sin duda, la razón por las cuales los inmensos dinosaurios vegetarianos podían existir mediante la comida disponible en su tiempo.

Según los paleontólogos, los saurópodos tenían un metabolismo similar al de los elefantes. Estiman que un dinosaurio de 77 toneladas tendría que haber comido cuatro veces la cantidad de vegetales necesarios para un elefante de 11 toneladas. Así y todo, comer tanto no habría sido mucho problema para los saurópodos, ya que la tragaban completa sin masticar, así que podían consumir mucha cantidad al día.

Los animales vegetarianos de hoy en día no podrían alimentarse correctamente con la comida que solían consumir los dinosaurios.