6.3.08

Científicos descubren un posible remedio contra la obesidad


Científicos británicos descubren una posible forma de combatir la obesidad: evitar que el estómago se expanda.

Los investigadores identificaron dos proteínas celulares que "relajan" el tracto digestivo y le ayudan a acomodar una comida grande.

En teoría, afirman, un fármaco que logre bloquear esta relajación podría reducir el deseo y la capacidad de una persona de atiborrarse con cantidades excesivas de alimento.

Estas son las conclusiones del estudio llevado a cabo en la Universidad de Londres que aparece publicado en Journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics (Revista de Farmacología y Terapéutica Experimental).

"Hay muchísimos estudios que se están llevando a cabo para lograr una solución para la obesidad" dijo el doctor Oscar Brasesco, director del Programa de Obesidad del Instituto Alexander Fleming en Argentina.

"Entre estos diferentes enfoques están los farmacológicos que intentan desde bloquear o promover la secreción de hormonas y facilitadores hasta actuar sobre los estímulos eléctricos del aparato digestivo", explica el especialista.

"Pero hoy la única herramienta terapéutica efectiva con que contamos para el paciente obeso mórbido es la cirugía", dice el experto.

Saciedad

Según los científicos británicos, el nuevo estudio ofrece un nuevo enfoque para combatir la obesidad.

Las dos proteínas que identificaron -P2Y1 y P2Y11- controlan tanto las relajaciones lentas como rápidas del tracto digestivo.

El estómago humano tiene "en reposo" un volumen interno de 75 milímetros.

Pero cuando relaja su pared muscular puede expandirse a un volumen interno de dos litros o más.

Esta expansión es controlada por nervios dentro de la pared estomacal que liberan moléculas que estimulan las proteínas P2Y1 y P2Y11.

Estas proteínas se encuentran incrustadas en las células musculares de la pared gástrica.

Según los investigadores británicos "este mecanismo de relajación lenta del estómago podría ser el blanco de nuevos medicamentos en la lucha para controlar el peso corporal y revertir la obesidad".

Los investigadores están ahora identificando fármacos que logren bloquear el receptor de la P2Y11 para poder prevenir la relajación lenta del estómago.

Si se logra bloquear este mecanismo, dicen, el tamaño de una comida podría ser más pequeño, lo cual ofrecería a una persona la posibilidad de regular su consumo alimenticio.

Pero tal como señala el doctor Brasesco "todavía no sabemos cuán seguros sean estos medicamentos ni sabemos si realmente sean efectivos".

"Todos son estudios muy experimentales y la realidad es que hoy todavía estamos muy precoces en la utilización de estos tratamientos".

Tratamientos

Actualmente se utilizan tratamientos como la banda gástrica o el bypass gástrico para reducir el volumen máximo del estómago.

Éstos, sin embargo, se llevan a cabo cuando una persona ya trató diversos tratamientos sin resultado y su salud está en riesgo.

"Hoy en día el único tratamiento realmente efectivo para la obesidad severa es la cirugía", afirma el doctor Oscar Brasesco.

"Y dentro de las 20 técnicas distintas que se utilizan la que ha demostrado ser más efectiva es el bypass gástrico", agrega.

Pero todo procedimiento quirúrgico es delicado y conlleva el riesgo de efectos secundarios graves, además de ser costoso.

Tal como señalan los expertos, lograr un tratamiento alternativo, como una píldora que reemplace a estas operaciones quirúrgicas, podría ser una herramienta muy útil contra el problema de la obesidad.

"Esa sería la solución -afirma el doctor Brasesco- y estamos camino a lograrlo".

"Y creo que en algún momento descubriremos cómo bloquear eficazmente alguna de las hormonas que produce el tubo digestivo".

Una de estas hormonas, explica, es la grelina, cuya función es producir apetito.

"Si logramos bloquear la secreción de esta hormona con una pastilla habremos encontrado la solución ideal contra el enorme problema de la obesidad", afirma el experto.

Científico de la LSU descubre evidencias de una bacteria que “produce lluvia”

Brent Christner, profesor de ciencias biológicas en la Luisiana State University, en sociedad con colegas de Montana y Francia, descubrió recientemente evidencia de que la bacteria que produce lluvia está ampliamente distribuida en la atmósfera. Estas partículas biológicas podrían afectar seriamente el ciclo de precipitaciones, y por tanto el clima, la productividad agrícola e incluso el calentamiento global. Christner y sus colegas publicarán los resultados en la prestigiosa revista “Science” el 29 de febrero.

El equipo de Christner examinó muestras de precipitaciones de muchos lugares en el mundo y demostró que los núcleos de hielo más activos -un sustrato que aumenta la formación de hielo- eran de origen biológico. Esto es importante porque la formación de hielo en las nubes es necesaria para que haya nieve y mayores precipitaciones. Las partículas de polvo y de hollín pueden servir como núcleos de hielo, pero los núcleos biológicos de hielo son capaces de congelar a temperaturas mucho más altas. Si están presentes en las nubes, los núcleos biológicos de hielo pueden afectar los procesos que provocan las precipitaciones.

El concepto de bacterias que producen lluvia no es inverosímil. Durante más de 60 años se han sembrado las nubes con ioduro de plata, o hielo seco. Muchos centros vacacionales de esquí usan unos preparados liofilizados de bacterias que hacen hielo, comercialmente disponibles, para hacer nieve cuando la temperatura está apenas unos grados por debajo de cero.

“Mi colega David Sands de la Montana State University propuso el concepto de “bio-precipitación” hace más de 25 años, y pocos científicos lo tomaron seriamente, pero se empieza a acumular evidencia que apoya esta idea”, dijo Christner.

Pero, lo que hace a esta investigación más complicada es que la mayor parte de las bacterias conocidas que forman hielo son agentes patógenos de las plantas. Estos agentes patógenos, que son básicamente microbios, pueden causar lesiones a las plantas por congelamiento que terminan en devastadores efectos económicos sobre los rendimientos de las cosechas agrícolas.

“Como es a menudo el caso con los patógenos bacteriales, las otras fases de su ciclo vital son ignoradas porque se centra el interés en su rol en la salud de las plantas o de los animales”, dijo Christner. “El transporte a través de la atmósfera es una estrategia de diseminación muy eficiente, de modo que la capacidad de un agente patógeno para afectar su precipitación desde la atmósfera le sería ventajosa para encontrar nuevos anfitriones”.

Es posible que la atmósfera represente una faceta del ciclo de infección, mediante el cual la bacteria infecta una planta, se multiplica, es rociada en la atmósfera y luego llevada a una nueva planta a través de la precipitación atmosférica.

“El rol que juegan las partículas biológicas en los procesos atmosféricos ha sido en gran parte pasado por alto. Sin embargo, hemos encontrado núcleos biológicos de hielo en muestras de precipitaciones desde Antártida hasta Luisiana; están en todas partes. Nuestros resultados ofrecen un incentivo a los científicos atmosféricos para que empiecen a pensar en el rol que juegan estas partículas en las precipitaciones”, dijo Christner.

”Este trabajo es realmente multi- disciplinario, y conecta disciplinas como la ecología, microbiología, patología de las plantas y climatología. Representa un camino totalmente nuevo de investigación y demuestra claramente que apenas estamos empezando a comprender la intrincada interacción entre el clima y la biosfera del planeta”.