19.2.08

Cuide su semen, puede afectar a sus hijos



Un estudio sugiere que los defectos de espermatozoides que han sido
causados por la exposición a toxinas ambientales pueden transmitirse de
generación en generación.


Según los científicos, los padres que fuman y beben deberían estar conscientes de que no sólo se están provocando potenciales daños a sí mismos, sino también a sus hijos.

Unas pruebas efectuadas con ratas mostraron que los daños generados por la exposición a sustancias químicas utilizadas en jardinería se manifestaban hasta en cuatro generaciones posteriores.

El estudio fue presentado en las Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.

De la investigación se desprende que la salud de un padre desempeña un rol más importante de lo que se tenía pensado en la salud de las futuras generaciones.

Las pruebas

El equipo de la Universidad de Idaho hizo unas pruebas con una sustancia química fungicida llamada vinclozolina que provoca alteraciones en las hormonas de las ratas.

Se comprobó que la sustancia generó modificaciones en los genes de los espermatozoides, entre los que se incluyó varios asociados con el cáncer de próstata.

Las ratas expuestas al fungicida mostraron señales de daños y crecimiento excesivo de la próstata, infertilidad y problemas renales.

Los defectos también estuvieron presentes en animales de cuarta generación.

Los científicos admitieron que las ratas estuvieron expuestas a muy altos niveles de vinclozolina.

En principio

Sin embargo, los investigadores argumentaron que su trabajo mostró que las toxinas causan defectos en las generaciones que pueden pasarse de generación en generación.

La profesora Cynthia Daniels, de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, ha escrito varios libros sobre reproducción masculina y femenina.

Según Daniels se ha mostrado que los hombres que consumen mucho alcohol tienen un índice más alto de defectos en los espermatozoides, añadiendo que la nicotina del tabaco llega hasta el fluido seminal y la sangre.

"Necesitamos abrir bien los ojos y mirar las pruebas", sostuvo Daniels.

"Mi consejo para las parejas jóvenes es la moderación. Las sustancias que tienen efecto sobre la reproducción muchas veces también son cancerígenas".

"Si yo fuese un joven, no bebería en grandes cantidades ni me fumaría dos paquetes de cigarrillos al día mientras intento concebir un hijo".

Por su parte el profesor Neil McClure, un experto en fertilidad de la Universidad de Queens en Belfast, Irlanda del Norte, señaló que el ADN de los espermatozoides estaba más herméticamente compacto que en otras células y, por lo tanto, hasta cierto punto estaba más protegido de daños.

Sin embargo, añadió que una vez que el ADN estaba dañado, no tenía ningún mecanismo de reparación.

"No hay duda que fumar como una chimenea o beber grandes cantidades de alcohol provocará daños en los espermatozoides y probablemente en el ADN de los espermatozoides".

Descubren fósil de rana enorme que convivió con dinosarios

Una rana más grande que un balón de básquetbol y provista de un caparazón grueso y dientes vivió entre los dinosaurios hace millones de años.

La imagen de la rana gigante es tan atemorizante que los científicos que desenterraron sus fósiles la calificaron como Belcebufo, o Rana demonio.

Pero su dimensión _4,54 kilos (10 libras) de peso y 40,6 centímetros (16 pulgadas) de largo_ no es la única curiosidad. Los investigadores descubrieron los huesos de la criatura en Madagascar. Además, parece un pariente cercano de las ranas que viven actualmente al otro lado del mundo en América del Sur, lo cual pone en tela de juicio varias hipótesis sobre la geografía antigua del planeta.

El hallazgo, dirigido por el paleontólogo David Krause de la Universidad de Nueva York en Stony Brook, fue publicado el lunes por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

"Esta rana, si tiene los mismos hábitos que sus parientes actuales en Sudamérica, era muy voraz", señaló Krause. "Incluso es posible que haya podido dar cuenta de dinosaurios en incubación".

Krause empezó en 1993 a encontrar fragmentos óseos de rana inusitadamente largos en Madagascar, frente a la costa de Africa. Los huesos datan del periodo del Cretácico tardío, hace unos 70 millones de años, en una zona donde Krause hallaba también fósiles de dinosaurios y cocodrilos. Pero hasta poco los restos comenzaron a encajar y dar forma a la criatura.

La rana viva más grande, que se encuentra en Africa occidental y es conocida como Goliat, puede pesar 3,18 kilos (siete libras). Pero especialistas del Colegio Universitario de Londres determinaron a pedido de Krause que Belcebufo no está emparentado con las ranas africanas.

Parece más bien pariente de un tipo de ranas cornutas sudamericanas, que son populares como mascotas y tienen el nombre científico de Ceratrophys.

Al igual que esas ranas actuales, la Belcebufo tenía una boca ancha y mandíbulas poderosas con dientes. El nombre del fósil es una combinación de una palabra griega y otra latina para significar rana demonio.

El parentesco suscita una duda paleontológica: la teoría corriente sobre el movimiento de los continentes indica que lo que ahora es Madagascar habría sido separada de América del Sur por el océano durante la era de Belcebufo.

El número de insectos se multiplicará debido al calentamiento global

Un estudio indica que las plantas prehistóricas fueron víctimas de un intenso ataque de una población de insectos extrañamente abundante y voraz

Una investigación, recientemente divulgada, sobre un calentamiento global precedente en la historia de la Tierra llega a la conclusión de que entonces se multiplicó el consumo de alimentos por parte de los insectos. Por este motivo, apunta que el cambio climático actual supondrá un daño para las cosechas y acelerará la deforestación.

Los investigadores, que estudiaron el impacto de ese calentamiento en la flora prehistórica, hallaron que éste provocó un gran daño en la vegetación. Las plantas prehistóricas, a su juicio, fueron víctimas de un intenso ataque de una población de insectos extrañamente abundante y voraz.

Los científicos creen que el incremento de las temperaturas causó una migración de insectos desde los trópicos a nuevos hábitats en latitudes tradicionalmente más frías, mientras que niveles más altos de dióxido de carbono dificultaron su acceso a los nutrientes que contienen las plantas. "Nuestro estudio muestra convincentemente que hay un vínculo entre la temperatura y el consumo de hojas por parte de los insectos", dijo Ellen Currano, una estudiante de postgrado de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos).

"Cuando aumenta la temperatura, también se incrementa la diversidad del daño causado por la alimentación de los insectos en las (diferentes) especies de plantas", agregó la autora principal del estudio, publicado en la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences" (PNAS).

Currano y sus colegas examinaron más de 5.000 fósiles de hojas que hallaron en la cuenca del río Bighorn, en Wyoming (oeste de Estados Unidos), que datan del periodo conocido como Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM), y los años inmediatamente anteriores y posteriores.

El PETM fue un periodo de calentamiento abrupto ocurrido hace unos 56 millones de años y que coincidió con una triplicación temporal del dióxido de carbono en la atmósfera. Los científicos dicen que ese periodo es comparable al actual cambio climático, que resulta, en gran parte, de la emisión de gases de efecto invernadero.