5.2.08

Científicos argentinos descubren cómo combatir bacteria que produce gangrena


Un equipo de investigadores argentinos descubrió que los azúcares simples pueden ayudar a combatir la bacteria que produce la gangrena, el tétanos y el botulismo, ya que inhiben su capacidad de desplazarse, dijo a la AFP una fuente científica.

Se trata de enfermedades que tienen como agente causal unas bacterias patógenas llamadas clostridios.

Lo que descubrió este equipo es que "los azúcares pueden inhibir o acorralar la capacidad de desplazamiento de los clostridios", dijo Roberto Grau, doctor en bioquímica y microbiólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

La investigación fue iniciada por Grau en 2000, al frente de un equipo del Instituto de Biología Molecular y Celular de la ciudad argentina de Rosario (310 km al norte) (IBR), y en colaboración con un laboratorio de Oregon en Estados Unidos.

El trabajo fue recientemente publicado por la científica Journal of Bacteriology de Estados Unidos.

Según la investigación, los azúcares simples como la glucosa, la fructuosa y la galactosa, inhiben la particular forma que tienen los clostridios de desplazarse sobre superficies sólidas.

Los científicos tomaron como modelo el "clostridium perfringens", agente de la gangrena gaseosa y segunda causa de morbilidad y mortalidad en animales de cría.

"Lo que buscamos fue cortar el ciclo de diseminación de la enfermedad, impedir que el clostridio se pueda mover. En el caso de una gangrena, que avanza varios centímetros por hora, si se frena la movilidad daría el tiempo para combatir la bacteria con antibióticos", detalló Grau.

En una primera etapa de la investigación, el equipo había logrado identificar "la señal que gatilla la esporulación del clostridio, que es la presencia de fosfato inorgánico", detalló Grau, sobre un trabajo publicado en 2006.

"El objetivo es bloquear esa esporulación e impedir que avancen las toxinas que ya se produjeron", explicó.

Según el científico, los azúcares consumen mucha agua, necesaria para que los clostridios se desplacen.

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